El ciclo de vida de todo
organismo es: nacer, crecer, reproducirse y morir, para garantizar la
sobrevivencia de la especie; los humanos estamos incluidos en este ciclo, sin
embargo, gracias a nuestro diseño cerebral, particularmente la corteza, tenemos
la capacidad para, no únicamente llevarlo de esta manera mecánica, sino que en el
camino nos vamos relacionando de muchas formas más, no sólo elegimos la pareja
con las mejores características reproductivas en el aspecto biológico (por
ejemplo: caderas anchas, estatura, salud física, complexión), sino que para
bien o para mal, podemos elegir entre otra gama de cualidades que nos
interesen, que incluso parecieran en ocasiones muy alejadas de la intención
puramente reproductiva.
"Existe la idea muy común de encontrar una “media naranja”, alguien que nos va a complementar y va a ajustar perfectamente con nuestras ideas, gustos y comportamientos; la idea de alguien que nos va a entender, comprender y seguir incondicionalmente"
Cultural y socialmente,
la elección de pareja obedece ya no únicamente a este componente biológico, sino a
los estándares que la misma cultura o sociedad marca, lo cual, empieza a complicar
la elección de pareja; cierta anatomía, color de piel, estatus socioeconómico,
profesión, forma de hablar, habilidades, religión, signo zodiacal, apellido etcétera,
un mundo de características “ideales” según el contexto, y a las que
invariablemente estaremos sujetos, dado que crecemos dentro de estos ambientes;
pero el problema mayor reside cuando ya una vez cumplido el punto
sociocultural, elegimos pareja y entablamos una relación (todo esto
independientemente de la orientación sexual, ya que el proceso es el mismo),
igualmente intervienen procesos biológicos y químicos, nos atrae determinado
olor, los neurotransmisores hacen su trabajo (sustancias químicas responsables
del estado de ánimo durante el enamoramiento) y nos sentimos muy bien,
cambiamos hábitos, toleramos otros, en fin, varias modificaciones de pensamiento
y comportamiento importantes; hasta este punto todo muy bien, ese es el ideal
sociocultural, ¿pero qué sucede cuando las cosas no salen con esta dinámica? o ¿qué pasa cuando nos sentimos incómodos con la relación que tenemos que resultó no ser lo
que esperábamos?
"...lamentablemente, esta idea de la pareja que me va a complementar, se entiende como literalmente otro “yo”, que entonces debe de saber cómo me siento, cómo pienso, qué quiero…"
Existe la idea
muy común de encontrar una “media naranja”, alguien que nos va a complementar y
va a ajustar perfectamente con nuestras ideas, gustos y comportamientos; la
idea de alguien que nos va a entender, comprender y seguir incondicionalmente,
esa idea, es generalmente la que se tiene aprendida y conceptualizada de cómo
debe ser la pareja ideal, pero también es una idea exagerada de la realidad, lo
que nos lleva a también fracasar en relaciones que al principio parecían
cumplir esos requisitos, pero ¿por qué falla si es alguien que me va a
complementar a ese nivel? Porque en realidad no vamos a encontrar a alguien con
esas características tan maravillosas (en el sentido idealizado), recordemos que también se trata de una
persona que, al igual que nosotros, seguirá en construcción, busca lo mismo,
también tiene temores, metas, y ha aprendido a ser de acuerdo a su propia
percepción de la vida y sus experiencias.
El problema
empieza cuando se espera que esa pareja ideal (o eso es lo que se fantasea),
casi llegue a leer el pensamiento, le gusten exactamente las cosas como a nosotros nos gustan y en el nivel que nos gustan, sea complaciente y entienda nuestro humor y
personalidad, porque sabe lo que queremos ¿no es así?; lamentablemente, esta idea
de la pareja que nos va a complementar, se entiende como literalmente otro “yo”,
que entonces debe de saber cómo me siento, cómo pienso, qué quiero… cuando la
realidad es que ni siquiera nosotros mismos nos conocemos realmente, teniendo
muy en cuenta que somos seres cambiantes o moldeables, entonces cuando la otra
persona no cubre los requisitos de pareja ideal, empezará a perder los aspectos o cualidades
que le atribuimos para que pudiera ser la “media naranja”.
"El conocerse a sí mismo, debe ser nuestra principal meta, la pareja será un reflejo de lo que nosotros creemos merecer."
Para poder
establecer mejores relaciones debemos ser muy conscientes primero, de qué es lo
que realmente queremos, de cómo somos, cómo me valoro (de lo contrario
depositaré mi valía a la otra persona), que estoy dispuesto a dar y recibir y
que no, tener planes lo más específicos posibles, en otras palabras, conocernos
lo mejor posible, y así la pareja que elijamos, será más compatible con
nosotros, entonces podremos realmente compartir gustos, planes, metas, etc. El
conocerse a sí mismo, debe ser nuestra principal meta, la pareja será un
reflejo de lo que nosotros creemos merecer. Esto no es tan complicado como
suena, de hecho, mediante el análisis adecuado, podremos estar en mejores
condiciones para realizarlo. La psicoterapia cumple aquí una función muy
importante, ya que no siempre es para resolver problemas, la terapia es el
mejor espacio para conocernos a fondo, aprender a aceptarnos, amarnos y
respetarnos, para sí tener claro qué clase de relación merecemos, en la medida
en que eso suceda, estaremos más cerca de encontrar una persona ideal.
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